La última actividad programada en la semana de introducción era un viaje a Gotemburgo (Göteborg, en sueco). En realidad, esta excursión consistía únicamente en dos horas de una visita guiada por la ciudad, que nos costó 5 euros. Para el transporte cada uno se las tenía que apañar como pudiera.

La visita estaba prevista para las 2 de la tarde del pasado sábado. Pero casi todos pensamos que, ya que íbamos a hacer el viaje, lo mejor sería llegar a Gotemburgo tempranito para aprovechar el día al máximo. Así que decidimos coger el tren de las 8.32. La noche anterior hubo fiesta en Boulonger y al final a esa hora solamente nos presentamos Carlos, Eva y yo. Por 240 coronas (unos 25 euros) compramos el billete 24 horas que permite coger cualquier transporte público dentro de la región.

A las 10 de la mañana ya estábamos en la segunda ciudad de Suecia. Pero nos encontramos con un día malísimo para hacer turismo: lloviendo a mares. Nos arrepentimos de haber ido, y más de haberlo hecho tan temprano. Acabamos entrando en un centro comercial porque no aguantábamos más el chaparrón.

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Aunque parecía que el tiempo podía estar así varios días de lo oscuro que estaba, después de comer ya no llovía y al poco rato hasta salió el sol. El clima es así por Suecia. Así que la tarde la pasamos mucho mejor, aunque yo estuve con los pies mojados. A diferencia de Skövde, Gotemburgo sí es una ciudad de verdad. La visita no fue gran cosa, dimos una vuelta y llegamos al mirador desde donde se veía toda la ciudad.

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Después, otra vez por libre. Fuimos a un parque inmenso: Slottsskogen. Por supuesto, todo muy bonito y muy verde.

Dentro del parque hay un pequeño zoo pero llegamos 10 minutos después de que cerraran. De todas formas, pudimos ver unas focas (sí, focas) que estaban allí en mitad del parque, como si de patos se tratasen. ¿Cuánto duraría algo así en España?

Nos ha quedado mucho por ver así que seguro que repetimos visita pronto.