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Oslo

9 Diciembre 2008, 20:48 por Rafa

Han sido unos días de muchos kilómetros. Cuatro días después de llegar de Copenhague y Malmö cogimos rumbo a Noruega, más concretamente a su capital: Oslo. En la expedición estuve acompañado de Manolo y de los siempre presentes Rubén y Eva (¿qué voy a hacer cuando os vayáis?).

Este viaje no era en primera clase como el de Copenhague. Ni siquiera fue todo el trayecto en tren.  En autobús llegamos hasta Kristinehamn donde por fin cogimos el tren con dirección a Oslo. Estábamos muy entusiasmados jugando a las cartas para amenizar las cerca de cuatro horas que duraba el viaje cuando de repente un tipo nos avisó de que teníamos que bajarnos. Se ve que lo habían avisado por megafonía pero nuestro nivel de sueco (ni siquiera el de Rubén, que es el único que puede defenderse) da para tanto. Recogimos las cosas corriendo porque ya apenas quedaba nadie en el tren y no sabíamos qué teníamos que hacer y nos pusimos en modo borrego.

La gente estaba entrando en un autobús, pues allí que nos metimos nosotros. Claro, éramos de los últimos y nos tuvimos que poner salteados aunque al menos no nos quedamos fuera. Fui el más afortunado de los cuatro y tuve que meterme como pude en la última fila, entre dos personas más anchas de lo normal. El de mi derecha se durmió, despatarrado; la de mi izquierda con muchas ganas de charla hasta que por fin le tuve que decir que no entendía absolutamente nada de lo que me estaba diciendo en sueco y entonces agarró el móvil para buscar consuelo, porque no podía quedarse callada. Su hijo o lo que quiera que fuera aquel ser que llevaba a su izquierda tampoco dejaba de emitir sonidos incomprensibles. Y calor, mucho calor. Un escenario ideal para viajar. Y más aún sin saber dónde leches estábamos ni a dónde íbamos ni cuánto tiempo tendría que soportar aquello. Cuando creía que no aguantaba más esa situación, el autobús para y algunos se bajan. ¿Nos tenemos que bajar nosotros también? Por suerte, el individuo que completaba el quinteto de asientos traseros sabía español y al escucharme debatir con Eva (sentada delante de mí) lo que íbamos a hacer me ofreció su infinita sabiduría. Vale, sólo me dijo que no nos teníamos que bajar allí, que más adelante, pero no necesitábamos mucho más. Como algunos asientos se quedaron libres, aproveché para mudarme a un asiento mejor (¡cualquiera!) y volví a ver la luz. Por fin, todo el mundo se baja, nuestro salvador nos confirma que debemos hacer lo mismo y aparecemos en una estación de tren perdida en el mapa. No era el momento de quitar el modo borrego y de esta forma acabamos metidos en un tren cuyo destino decía ser Oslo. Pero cualquiera se creía nada ya.

Pero sí, llegamos a Oslo con una hora de retraso. Nunca supimos por qué tuvimos que coger el autobús de la muerte pero nuestra hipótesis es que había demasiada nieve en las vías. Una vez a salvo en tierra firme, nuestra preocupación era encontrar el albergue que teníamos reservado (Anker Hostel) y comprobar si llegaba a la altura del que tuvimos en Copenhague. Y no sólo estaba a la altura sino que era mil veces mejor y sólo a unos 10 minutos andando de la estación de tren. Cogimos una habitación para nosotros 4 solos. En el momento en que entramos en aquella suite y descubrimos que teníamos cocina, salimos corriendo a buscar un súper para comprar la cena y el desayuno del día siguiente. Y eso fue lo que vimos de Oslo aquella noche: el camino de la estación al hostal y del hostal al súper. Nos apalancamos allí y no hubo quien nos sacara.

Nuestra intención era madrugar al día siguiente así que sonaron los despertadores a las 7.15 de la mañana pero se estaba tan a gustito en la cama que no fuimos capaces de levantarnos hasta dos horas más tarde. Y ya cerca de las 11 salimos a la calle. Tras convertir algunas coronas suecas en noruegas (estos nórdicos ya podrían tener euro o una corona única) fuimos hacia el puerto y la ópera.

Luego algunas vueltecitas antes de llegar al centro. Allí nos encontramos la catedral envuelta para regalo, es decir, que no se veía ná de ná, el parlamento, el teatro nacional, el palacio real y el ayuntamiento.

Por misterios de la vida, los alrededores del palacio real estaban cubiertos de nieve y en el resto de la ciudad no se intuía nada de ella. Lo mismo pasaba en el Parque de Vigeland, que está apartado del centro y tuvimos que coger el metro para llegar hasta él. Aunque no pagamos los cerca de tres euros que costaba porque las barreras, aunque presentes, no funcionaban. La peculiaridad del parque es que tiene infinidad de esculturas de personas en situaciones cotidianas.

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Para no variar, el agobio de que nos quedábamos sin luz hizo que nos dieran las tantas para comer. Y, tras muchas vueltas, por fin encontramos un sitio medio decente para comer y refugiarnos del frío: un mexicano con personal español. Después de comer, de vuelta al centro, visitar algunas tiendas y a recoger las maletas al hostal.

El viaje de vuelta también fue duro. Pero fue duro porque duró toda la noche, no porque hubiera sorpresas inesperadas como en la ida. 5 horas y media en tren para dormir lo que pudiéramos. A mí no me costó demasiado, la verdad. Luego dos horas de espera en la estación de Hallsberg pasando frío y echando alguna cabezadita para acabar llegando a Skövde a las 7.30 de la mañana. Con el tiempo justo para desayunar antes de ir a clase a las 8.15.

Como resumen puedo decir que Oslo es muy caro, hace mucho frío y que no es nada del otro mundo: lo vimos en un día y aún nos sobró tiempo.

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4 comentarios

  • 1 Gravatar
    Eva

    Muy bien Afai, me he divertido mucho!! sobretodo con “la catedral envuelta para regalo” xDD

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    Me alegro de que la espera haya merecido la pena :P

  • 3 Gravatar

    La verdad es que se nota que te ha cogido con ganas de escribir, jaja. A simple vista puede pasar por un post de Marisol (creo que ya he abusado demasiado de este chiste).

    ¿Y cómo que qué vas a hacer sin nosotros? Estudiar, eso es lo que tienes que hacer. Estudiar y trabajar, que nos tienes que sacar adelante.

    Y bueno, eso de que me defiendo en sueco… me defiendo en un canal de la comunicación, pero no en el contrario.

  • 4 Gravatar
    Marisol

    jeje, a mi también me ha gustado este post, has visto como escribir de más no es tan malo!!; aunque luego mi publicación sin palabras es la que más comentarios ha tenido :S

    y…yo tampoco sé lo que voy a hacer sin Rubén y Eva (acatando incluso el consejo de Rubén)jeje, se os echará de menos.

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