Aunque la ciudad de Skövde ronda los 50 mil habitantes, las distancias son muy largas debido a la cantidad de casas unifamiliares que hay. La universidad está cerca de la residencia, a unos 7-8 minutos andando, pero el supermercado está a más de 20. Moverse por la ciudad acaba siendo un auténtico suplicio y, como todo está perfectamente acondicionado para las bicicletas, la solución es clara: conseguir una bici.

Hay un tipo que se dedica al negocio de las bicicletas de segunda mano. Celestino (alias bicicleto) pone carteles en la universidad y en las residencias de estudiantes. Casi todos hemos ido a hablar con él para ver qué nos ofrecía. Y a casi todos nos ha dicho algo distinto. Las bicicletas no son nada del otro mundo, algunas de ellas con problemas como frenos o cambios de marchas rotos. El precio ronda los 70-80 euros pero si la bici está muy bien te pide más de 100.

El martes me llamó (le dí mi teléfono cuando acompañé a Paco a comprarse la suya) para ofrecerme una bicicleta de paseo por 70 euros. La estuve probando y noté que las marchas hacían lo que les daba la gana. Siempre acababa estando en la más dura. Se ve que el tío estaba con muchas prisas y no le hizo mucha gracia que la probase tanto tiempo. Cuando le comenté lo de las marchas no me gustó nada su actitud: cogió la bici, la metió en el coche y se fue, casi sin despedirse. No coló, no me timó. A la mañana siguiente recibo un SMS suyo para ofrecerme una mountain bike por 75 euros pero, después del feo que me hizo, decidí comprarme una bici nueva.

Marlene (austríaca) me comentó que había una tienda, Biltema,  en la que vendían bicicletas de primera mano desde 100 euros así que me puse a buscarla. Con la ayuda de Google (quién si no) conseguí ubicarla en el plano que nos dieron en la universidad, al que le falta precisamente la calle de la tienda, que debe ser muy moderna.

Esta tarde he ido, acompañado por Paco, a ver qué me encontraba. La verdad es que está bastante lejos, más de media hora, así que no me podía volver sin una bici. Allí estaba ella, esperándome.

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Aún no tengo candado así que esta noche la he subido a mi habitación y mañana iré a buscar alguno que me permita estrenar por fin mi nuevo transporte de dos ruedas. No es mi añorada Blaster, pero seguro que me llevo bien con ella, mi Grizzly.